¿Sabes amar conscientemente? Descubre si eres tú quien está saboteando la relación
Así como ha evolucionado la consciencia de la humanidad, también el concepto de pareja se ha transformado. Una relación ha pasado de ser “La unión de hombre y mujer para siempre con el propósito de traer niños al mundo”, y se ha ampliado positiva y maravillosamente para considerar que una pareja es el vínculo formado por dos individuos (sin importar su género u orientación sexual) con el fin de compartir una parte de su vida. Mientras avanzamos en la construcción de una consciencia humana enmarcada por la espiritualidad, el crecimiento personal, el autoconocimiento y la expansión, en directa proporción se transforma también el concepto de lo que es una pareja consciente y sana, entendiendo así que una relación consciente:
- Impulsa el crecimiento individual y colectivo
- Se desarrolla en total confianza y libertad
- Respeta los principios y valores de sus integrantes
- Es divertida y agradable, resaltando la paz y la armonía
- Favorece la economía de ambos
- Promueve el desarrollo profesional y académico de las partes
- Entre otros.
Desde este punto de vista, a medida que nos conocemos, respetamos y nos amamos más a nosotros mismos, tiene sentido que seamos mucho más exigentes con las personas a las que permitimos ingresar en nuestra vida y a su vez, que esperemos más de los vínculos que establecemos, pero ¿qué ocurre si somos nosotros la persona que resta valor en una relación? ¿Cómo identificar si en lugar de sumar al crecimiento y expansión del vínculo, estamos siendo la parte negativa?
A continuación, encontrarás 5 aspectos de auto indagación para que evalúes si eres tú la persona que sabotea la relación:
- Fomentas el drama:
Esto ocurre con las personas que son incapaces de gestionar sus emociones y a quienes las circunstancias les desbordan. Ejemplos son las personas que caen en llanto descontrolado incapaces de expresar lo que sienten, también lo son las personas que acuden a la ley del silencio y que evitan hablar de los conflictos empleando la indiferencia como única herramienta para hacer saber al otro que están inconformes o que algo les ha molestado.
Entran en esta categoría también las personas que discuten con ofensas, gritos y que cuando están molestas desean lastimar al otro sacando a relucir aspectos sensibles o “poniendo el dedo en la herida” de su pareja.
Pero, el drama es mucho más que la gestión emocional, también esta categoría incluye a las personas que no saben distinguir una discrepancia, molestia o malestar de lo que sería realmente un gran conflicto que amerite una conversación serena y profunda, suele ocurrir que alguien que ame el drama acostumbre a hacer un “show” o un escándalo ante la menor inconformidad, por ejemplo, cualquier acto que desencadene celos, inseguridades o que le haga sentir poco valorado.
2. Careces de vida personal:
Nada más negativo para una relación que alguien que viva por y para su pareja. Si uno de los miembros de la relación no tiene hobbies, aficiones, pasiones y proyectos personales, es altamente probable que esta persona desee abarcar la mayor parte del tiempo de su pareja, lo que culminará en reproches y reclamos cuando la pareja acuda a disfrutar de sus espacios personales.
Quienes carecen de actividades individuales suelen sentirse inseguros y molestos, suelen ser absorbentes cuando su contraparte acude a atender sus asuntos, se divierte solo o con otras personas, o simplemente no desea compartir tiempo en pareja. Por otro lado, si una persona carece de vida social o proyectos personales y se centra solo en la pareja, es muy probable que con el paso del tiempo esta persona resulte ser poco interesante, puesto que mientras que la otra parte enriquece su vida con experiencias, crecimiento y aprendizaje (fruto de interactuar en otros escenarios diferentes a la relación), quien depende emocionalmente, será alguien que tenga menos para aportar al no estar dedicando tiempo para su propio crecimiento y expansión.
3. Evades el compromiso:
Tener miedo a la intimidad puede ser un indicador de apego evitativo, consiste en un temor inconsciente que nos lleva a pensar que mientras más nos relacionemos con otros y mientras más desarrollemos vínculos cercanos, seremos más vulnerables a experimentar el dolor de la pérdida y a temer que nos abandonen.
También, muchas personas evaden formar una relación seria, debido a que en el fondo se sienten inseguras de sí mismas y de lo que tienen para ofrecer, esto las lleva a conservar cierta distancia como mecanismo de protección, pues piensan que mientras la otra persona no las conozca a profundidad, no quedarán al descubierto sus partes más “oscuras” y, de este modo, su pareja no se desilusionará de ellas. Esto es nefasto para un vínculo sano y seguro, puesto que para el adecuado desarrollo de una relación se requiere que las partes rompan sus barreras y “bajen la guardia”, así podrán desarrollar la confianza, la intimidad y la camaradería que serán las bases del compromiso mutuo.
4. Permaneces en el pasado:
Comparar constantemente a tu pareja actual con las personas con las que has compartido en el pasado puede no solo ser injusto, sino, sumamente agotador para ambas partes. Incluso si tu viaje al pasado se realiza solo a nivel mental, es fácil para todos percibir cuando alguien está nostálgico, prevenido o simplemente desconectado de una conversación, así que de cualquier modo el otro notará que estás distante fruto de tus añoranzas o recuerdos.
Recurrir al pasado para rememorar una relación que ya ha terminado, para prevenimos con el fin de que no nos vuelvan a hacer lo que nos causó daño, o para comparar a alguien con el estándar que tenemos fruto de nuestras relaciones pasadas, nos llevará a vivir en una constante frustración, nos imposibilitará disfrutar de los regalos del presente, cegará nuestra capacidad de dejarnos sorprender por las características y atributos únicos que tiene la persona con la que ahora compartimos, y finalmente, nos restará objetividad.
5. Te sacrificas:
Contrario a lo que nos han hecho creer, el amor no exige sacrificios. Este es un buen momento para analizar cuántos de los actos cotidianos con tu pareja realmente están siendo acciones que te producen felicidad, qué cosas realizas lleno de entusiasmo y alegría, cómo te sientes después de esos espacios que compartes o esas cosas a las que accedes por complacer a tu pareja.
Realiza las siguientes reflexiones, cuando accedes a complacer a tu pareja o a realizar actos cotidianos en la relación: ¿te sientes recargado y feliz? ¿sientes tu energía renovada y deseos de realizar nuevamente esas acciones? ¿te complace llevarlas a cabo y sientes que nutren a ambos?
Si la respuesta es no, es altamente probable que con el fin de conservar a la persona a la que amas o de no afectar a la relación, estés renunciando a una parte esencial de ti mismo.
En una relación sana siempre habrá circunstancias en las cuales las partes deban llegar a acuerdos, pues es imposible que todos disfruten con la misma intensidad de todas las actividades, no obstante, estos acuerdos garantizarán que aunque una de las partes implicadas no disfrute tanto como la otra, no haya lugar a sacrificios ni a renuncias, y si bien, aunque la actividad no resulte tan agradable para uno de los dos, lo que sí será enriquecedor y los llenará de motivación, será saber que con esta acción están haciendo feliz a su pareja y fortaleciendo el vínculo sin llegar a resignaciones. Una relación consciente jamás demanda o exige mártires.
Estas son solo algunas de las preguntas que podrías comenzar a realizarte para analizar tu papel en la relación, recuerda siempre que hay mucho más por explorar dentro del basto mundo de las relaciones de pareja y su papel en nuestro crecimiento personal y espiritual.
La pareja es un gran maestro, pero depende SOLO de nosotros aprovechar todo lo que la relación puede mostrarnos para conocernos y sanarnos a nosotros mismos. En mi curso: AMOR DEL BUENO, EL SECRETO DE LAS RELACIONES CONSCIENTES, exclusivo en Gaia, viajamos al mundo de las relaciones para dar los primeros pasos hacia el amor consciente. Te espero en el curso.
PSICÓLOGA MARIA ELENA BADILLO.
Autora, Docente, Terapeuta y Guía en Espiritualidad