Tomar decisiones en familia ayuda a fortalecer la unión, el sentido de pertenencia y la seguridad en cada miembro de la familia. Para esto, cada uno debe comprender que todos tienen un lugar importante y que las opiniones de cada miembro de la familia deben ser tomadas en cuenta. Además, tomar decisiones en familia ayuda a trabajar la tolerancia a la frustración, la gestión de emociones, la escucha activa, entre otros.
Recuerda que en las familias hay aspectos negociables y otros no negociables que varían en función de la composición familiar. Por ejemplo: en una pareja hay aspectos que para uno son importantes y otros que no lo son tanto para otro. No es responsabilidad de nadie condicionar al otro, sino llegar a acuerdos como: el aseo de la casa, la organización, el tiempo compartido, las finanzas, entre otros; siempre y cuando estos acuerdos no impliquen dejar de ser uno mismo para encajar en los estándares del otro. Se trata de llegar a acuerdos, no de dominar a la pareja.
Lo mismo sucede en la familia cuando tienen hijos con una diferencia importante de edad, ya que hay algunos aspectos que no serán negociables. Por ejemplo: cuando tienes un niño pequeño en casa, aunque desees cultivar su libertad de expresión, no dejarás que se monte al balcón porque cree que puede volar, pero sí podrás redireccionar el comportamiento con base en acuerdos como: “desde el balcón no puedes saltar, pero quizá desde el mueble de la casa sí, desde la cama, desde el colchón inflable o incluso desde una silla pequeña”. Así podrán llegar a acuerdos y, en este caso, saltar del balcón será un no negociable porque pone en riesgo su vida.
En la adolescencia, por ejemplo, será negociable la forma de vestir, los horarios de alimentación, el espacio para organizar la habitación (con un tiempo límite), sin embargo, no será negociable conducir un vehículo en estado de embriaguez porque, de nuevo, esto afecta su integridad física, emocional y mental.
Teniendo en cuenta que un no negociable es todo aquello que pone en riesgo la integridad física, mental o emocional de los hijos, y aquello que como pareja te obliga a sacrificar tu esencia para adaptarte 100% a la de otro, es fundamental tomar decisiones en familia sobre temas importantes dentro del hogar y que involucran a todos los miembros de una forma u otra.
Así pues, para que la toma de decisiones sea asertiva, debe existir un compromiso como familia, reconocerse como equipo comprendiendo que todos pueden tener puntos de vista diferentes y que, al final, todos pueden aportar (sin minimizar en función de edad, posición económica o sexo).
TE COMPARTO AQUÍ 5 CLAVES PARA TOMAR MEJORES DECISIONES EN FAMILIA:
- Parar y pensar, no tomar decisiones con las emociones alteradas. Es importante el proceso de calma y reflexión para no realizar actos impulsivos. Reflexiona: ¿por qué y para qué queremos esto? Es importante indagar sobre los beneficios que observa cada uno. También debes ser consciente de cuando sea necesario parar la conversación debido a emociones alteradas. En estos casos, debes utilizar estrategias de gestión emocional y, una vez estés más calmado, podrás reunirte de nuevo y tomar una decisión de manera responsable.
- Hay que recordar que cuando se dice SÍ a una decisión, se dice NO a otra. Es fundamental preguntarse qué es más importante para cada uno de los miembros de la familia y, en función de esto, llegar a un acuerdo.
Por ejemplo: un hijo adolescente quiere quedarse en la fiesta hasta las 4 de la mañana y los padres solo desean dar la opción hasta la media noche, sería fácil decir: “bueno, cada uno cede un poco”, y llegar a un punto medio.
Sin embargo, otra opción, teniendo en cuenta ambos puntos, sería preguntarse: ¿Cuál es el punto válido de cada una de las partes?
De esta manera:
Los padres se preguntarán: “¿Por qué mi hijo quiere volver a las 4:00 am?” (permitiéndose encontrar y validar lo importante para el menor).
El adolescente se preguntará: “¿Por qué mis padres quieren que vuelva a las doce?”.
Y, encontrando puntos válidos en cada una de las opciones, se podrá tomar una decisión validando la experiencia de cada una de las partes y, así, llegar a acciones que permitan paz a los involucrados, por ejemplo: que el hijo llame a informar que está bien, elegir un punto de hora intermedio, o ir con algún adulto.
También existirán ocasiones en las que la negociación no tendrá lugar, pero esto no puede impedir validar el punto del otro.
VALIDAR LA OPINIÓN DEL OTRO NO SIGNIFICA CEDER, SIN EMBARGO, NO CEDER TAMPOCO DEBE IMPLICAR IGNORAR O DESVALORIZAR LAS EMOCIONES DEL OTRO.
- Hablar, pero también escuchar. Compartir la opinión propia y escuchar la de los demás, siendo flexibles y respetando las ideas de los otros, incluso si no estás de acuerdo. La opinión de todos los implicados es igual de valiosa que la tuya.
- No olvidar que son un equipo. Si una decisión es tomada en familia, el resultado se asume como familia, bien sea positivo o negativo, sin intentar culpar a otros.
- No existen ganadores o perdedores cuando se trata de la familia. El objetivo no es buscar quién tiene la razón, sino qué beneficia más a la familia. Recuerda que no debe existir competencia. Creer que un lado debe ganar solo crea rupturas y distanciamiento a nivel familiar.
El hogar puede convertirse en ese espacio donde sientas que puedes confiar y descansar, ese lugar donde eres contenido, escuchado y apoyado, pero también se puede convertir en un campo de batalla. Solo tú puedes elegir crear interacciones dolorosas o, por el contrario, interacciones más armónicas.
